Dylan, un hombre de alma noble y buena, llegó al MindLab, cuando apenas era un pequeño cuarto en mi apartamento, muy afligido por un trastorno de ansiedad que cada día lo sumía aún más en sus propios miedos e inseguridades. Explorando en la etiología de su trastorno, descubrimos finalmente que su causa principal provenía de evitar confrontar una situación específica de su vida. Al entrar en estado hipnótico, le pedí que recreara con todo detalle esta situación en un escenario hipotético, el escogió un restaurante en el mar. Veía cada elemento del momento imaginado con asombrosa precisión y comenzó a hablarle a esa persona cómo si en realidad estuviera allí con ella. Meses después, mientras paseaba con mis hijos por la ciudad, recibí un mensaje de su parte, era la foto de un plato de comida de mar y el respectivo escenario marino de fondo. Supe de inmediato que lo había logrado y así fue. Me escribió sintiendo tanta gratitud y gozo por haber logrado su propósito. Yo le expliqué que era a sí mismo a quien tenía que agradecer, a su ser interior más bien. Su ansiedad desapareció y hoy en día nuevos capítulos se escriben en su vida, esta vez, sin el peso inútil de asuntos sin resolver.

Cómo olvidar esa noche del 3 de abril de 2023, era semana santa y Barranquilla parecía un pueblo fantasma. Sulena entró un poco nerviosa pero segura a su sesión de hipnosis. La semana anterior, me había expuesto su caso en la primera consulta, refiriendo un incómodo y agotador malestar psico-somático, producto de un supuesto "estrés laboral". Lo que ella no sabía en el momento, es que dicho malestar estaba enraizado con un profundo resentimiento hacia su propio padre. Cuando estaba apenas concluyendo la etapa de inducción hipnótica, sus ojos se abrieron, se corrieron hacia atrás y su rostro se desencajó. Nunca olvidaré las 7 palabras que pronunció en ese momento: "Pobrecito mi papá, el ha sufrido mucho". Al día siguiente, tuvo una conversación con su padre de 40 minutos después de años sin hablarle. Al mes, lo invitó al malecón del río a almorzar. Hallar paz al perdonar a su padre, fue algo que curó por completo sus síntomas de manera asombrosamente inmediata. El caso de Sulena no puedo describirlo cómo algo más que un verdadero milagro!

Nunca olvidaré el día que conocí a Luis, apenas lo saludé, me dijo que simplemente no podía seguir viviendo de esa manera, consumido por ataques de pánico que parecían no cesar nunca. De hecho, tiempo después me admitió que, mientras conversábamos durante la primera consulta, estaba sintiendo uno muy fuerte. Luis llegó al punto de dejar de entrenar. No podía pasar por una calle de su barrio y tampoco ir a un centro comercial específico, pues de hacerlo, quedaría paralizado con la horrible sensación de morir en cualquier momento. Esa mañana, Luis entró en estado hipnótico profundo. Se adaptó muy fácilmente a la inducción y repitió con fuerza y seguridad cada sugestión que le daba. Su sesión terminó cerca de las 11 am. Le sugerí que pasara el resto del día en la playa, recibiendo su nueva versión. A partir de ese preciso día, sus ataques de pánico perdieron tanto sentido que simplemente desaparecieron. Hoy en día, utiliza sus redes sociales para ayudar a otros a superar la ansiedad. Su caso, es de los más impresionantes que haya tenido el privilegio de atender. Además fue el primer paciente que probó mi método TNT (Terapia Neuro-Transpersonal).

Alguien muy especial le habló a Gaelia de un lugar en Barranquilla que ofrecía sanación en la mente y el alma. En ese momento, ella estaba en los últimos capítulos de su viaje por Colombia. Cuando llegó al MindLab, admito que me sentí un poco intimidado al escuchar la impecabilidad de su discurso, repleto de sabiduría. Se dedicaba a sanar mentes a través de la respiración consciente en su natal Barcelona. Sanar a una sanadora, suponía un reto para mi, pero he visto tantos milagros en mi oficio, que asumí la tarea con gallardía. Su intención era encontrar un propósito, algo muy amplio y ambiguo, en cierto sentido. Sin embargo, lo encontró y a medida que pasaban los días, su hallazgo se afianzaba aún más en su ser. Hasta esta publicación, Gaelia se encuentra en la India, continuando un maravilloso trabajo de expansión espiritual. Su caso me enseñó que todos, sin excepción, somos sanadores de almas.

Cuando Natalia llegó a la ciudad desde Santa Helena, Antioquia, aún el MindLab estaba en construcción. Ella insistió en hacer la TNT (Terapia Neuro-Transpersonal) para ver y comprender por fin el origen de su malestar psico-emocional. Cuando comenzó a sentir los efectos de la inmersión profunda en su consciencia, comenzó a vomitar y a llorar, evidentemente liberando cargas innecesarias que hacían peso en su alma. Al terminar la sesión me miró y me dijo: "Albert, siento que vomité algo que tenía fosilizado por mucho tiempo en mi pecho".